¿Puede haber un abuso del concepto derechos humanos?, es difícil
aceptarlo en una época en la que la moda es la defensa de los derechos humanos,
en la que ante cualquier conflicto alegamos la violación de nuestros derechos humanos.
Desde una visión simplista, se pudiera pensar que cualquier cosa que es en sí misma
positiva, como los derechos humanos, no se pudiera generar un daño en su abuso,
sin embargo, esto no siempre resulta ser así.
Ya lo planteaba en la antigua Grecia el sabio Aristóteles,
el justo medio es la virtud entre el exceso y el defecto, y lo mismo se aplica
incluso a aquellas cosas que consideramos beneficiosas, pues en el abuso que de
éstas hagamos podemos minar la efectividad de su fuerza.
La lucha por los derechos humanos hasta nuestro tiempo, sin
duda ha reivindicado la dignidad de las personas, su formalización y
reconocimiento en las leyes a abierto mayores espacios para la igualdad y el
impulso de la democracia, pero también ha sido instrumento de politización de
muchas causas desviando los verdaderos fines de la defensa de los derechos
humanos, ya sea por corrientes de derecha o izquierda, trivializando esta
lucha.
En el desarrollo histórico de los derechos humanos
entendidos desde su concepción occidental, tenemos diversas etapas que dieron
origen a éstos. Primeramente como limitantes de la intervención del Estado
sobre las personas, conocidos como derechos individuales de orden civil y
político; los primeros atribuibles a la persona física o moral (según señale la
ley) y consistentes en un no hacer, no violentarlos, no estorbar o impedir su
ejercicio; ejemplo de ello son la igualdad, libertad, propiedad y seguridad; los
segundos llamados derechos individuales políticos, los cuales se dirigen a los
ciudadanos y contemplan aspectos electorales y no electorales.
Posteriormente vinieron los derechos en los que el Estado
debe ser proveedor de las condiciones para que se cumplan estos, son los
conocidos como derechos colectivos, entre los que encontramos los derechos sociales,
dirigidos a grupos vulnerables, los derechos económicos y culturales, como la educación,
la vivienda, trabajo digno, etcétera, y finalmente los derechos de solidaridad
internacional dirigidos a todo el género humano, como el derecho a la paz, al
medio ambiente sano, etcétera.
Para mantener la progresividad de los derechos humanos, se
debe cuidar de ellos evitando su trivialización y abuso al usarse con fines
ajenos a su defensa, como responder a intereses de ciertos grupos o cuando son usados
como simple retórica.
Dicho abuso, como se ha comentado, resta poder a lo que se
ha logrado durante varios siglos de lucha de la humanidad por el reconocimiento
de los derechos de los que ahora gozamos, es por ello importante cuidar que no
exista un abuso o distorsión respeto a su utilización, pues con ello se afecta
el grado de efectividad que tendrían en un caso real de violación de derechos humanos.
La objetividad en el análisis nos ayudará a discernir sobre
los intereses particulares, políticos o económicos, que se pudieren encontrar detrás
de una lucha por los derechos humanos. Se debe estar en alerta crítica cuando se
actúe de manera contraria a los principios y propósitos de la defensa de los
derechos humanos, porque pueden darse radicalizaciones en los movimientos pro-derechos
humanos que más que beneficiar a la causa misma, terminan perjudicándole al
trivializar estas luchas.
No se está negando que hay un largo camino por hacer valer
efectivamente los derechos humanos para todas las personas y ganar nuevos
derechos, y esto implica luchas, a veces radicales, pero para que dicha lucha
sea realmente efectiva se requiere de objetividad que permita discernir entre los
intereses de grupo y una real lucha por los derechos humanos.
La politización de los derechos humanos no la podemos
evitar, pues es parte de la propia dinámica entre las relaciones de los sujetos,
por esto se debe ser crítico ante los intentos de camuflar programas
ideológicos bajo la apariencia de derechos humanos.
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